Monitores DE Actividad Portátiles, Recurso Confiable Para Predecir Riesgo DE Muerte en Adultos Mayores

10/30/2019

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Un estudio realizado por investigadores de Johns Hopkins Medicine ha demostrado que los acelerómetros portátiles —sensores mecánicos que se llevan puestos en forma de reloj, cinturón o pulsera para monitorear el movimiento— son una medida más confiable de la actividad física y son mejores que las encuestas a pacientes y otros métodos que utilizan los médicos para evaluar el riesgo de muerte a cinco años en los adultos mayores.


La investigación aporta prueba adicional de que un recuento exacto y objetivo de la actividad física supera a los factores pronóstico convencionales de mortalidad a cinco años, como la edad, el hábito de fumar, la diabetes, el consumo de alcohol o los antecedentes de cáncer o enfermedades cardíacas.


Partiendo de estos hallazgos, los investigadores dicen que los médicos podrían usar con confianza los perfiles de aptitud física de los dispositivos para ayudar a los pacientes a cambiar las conductas poco saludables, aumentar la actividad física y, posiblemente, extender el tiempo de vida con buena salud.

                                                                                  
Aunque este estudio no es el primero en observar una relación entre la actividad física y el riesgo de muerte, los investigadores señalan que su descubrimiento, publicado en The Journal of Gerontology: Medical Sciences, es de los primeros que ofrece datos probatorios respecto a que los monitores de actividad portátiles proporcionan factores pronóstico clave de la mortalidad que superan a otras medidas. 


“En las encuestas, la gente puede sobrestimar o  subestimar cuánto y cuándo se mueve, pero los dispositivos portátiles proporcionan datos exactos que permiten soslayar las parcialidades y conjeturas,” dice Jacek Urbanek, Ph.D., profesor adjunto de Medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. “La tecnología está disponible sin problemas y es relativamente asequible, de manera que parece factible poder incorporar recomendaciones para su uso en la práctica médica.”


“Hemos estado interesados en estudiar la actividad física y cómo condensarla en intervalos intensos a lo largo del día podría predecir la mortalidad, porque la actividad es un factor que puede cambiarse, a diferencia de la edad o los factores genéticos,” dice Ciprian Crainiceanu, Ph.D., catedrático de Bioestadística en la Facultad de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins. 


El nuevo estudio se concentró en la cantidad total de actividad física y los momentos en que los participantes realizaban más actividad durante el día. 


Primero, usando datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES) realizada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, los investigadores analizaron 33 factores pronóstico de la mortalidad por todas las causas a cinco años, incluyendo 20 medidas objetivas de la actividad física, como la actividad total, el tiempo sin moverse o el tiempo de actividad de moderada a vigorosa. De esta forma, clasificaron la actividad física y otros factores, como el colesterol total, el hábito de fumar y tener cáncer o diabetes, para identificar cuáles de ellos predecían mejor la mortalidad en los siguientes cinco años para la población del estudio.


Para analizar la actividad física, los científicos utilizaron los datos de acelerometría de casi 3 000 adultos, recolectados durante la Encuesta NHANES 2003-2004 y la Encuesta NHANES 2005-2006. Los datos individuales provinieron de las respuestas a preguntas demográficas, socioeconómicas y sobre salud de la encuesta, junto con la información recabada de las historias clínicas y de los resultados de análisis realizados en laboratorios clínicos. A los participantes se les pidió que llevaran puesto un acelerómetro en la cadera por siete días consecutivos, con indicación de quitárselo solo para dormir o en el agua. 


La edad promedio dentro del grupo de estudio fue de 65.9 años, y todos los participantes tenían entre 50 y 84 años de edad. Aunque la proporción de género era casi igual —los hombres constituían 51 por ciento— una mayor proporción de hombres (el 65 por ciento), murió en el lapso de los cinco años de las labores de seguimiento del estudio. 


Después de estudiar cada variable individual relacionada con la mortalidad —como la educación, el tiempo de sedentarismo y el grupo étnico— los investigadores llegaron a la conclusión de que la medida total de actividad física acumulada durante cada día era el factor pronóstico más fuerte de la mortalidad a cinco años, seguido de la edad y de la actividad de moderada a vigorosa. Al comparar los datos de una persona que murió en un lapso de cinco años con los de una persona que sobrevivió, los científicos indican que pudieron clasificar correctamente el riesgo de mortalidad usando los acelerómetros 30 por ciento más exactamente que usando la información sobre el hábito de fumar y 40 por ciento más exactamente que usando la información sobre si una persona sufrió un accidente cerebro vascular o padecía de cáncer.   


“El hallazgo más sorprendente fue que un sencillo resumen de mediciones de actividad derivado de un acelerómetro que se lleva puesto en la cadera por una semana superara a los factores de riesgo de mortalidad bien establecidos como la edad, el cáncer, la diabetes y el hábito de fumar,” señala Ekaterina Smirnova, M.S., Ph.D., profesora adjunta de Bioestadística de Virginia Commonwealth University y autora principal del artículo.

    
“Los datos no garantizan que el riesgo de mortalidad de uno va a ser más bajo con más actividad física,” observa Andrew Leroux, que actualmente está trabajando en su tesis doctoral en Johns Hopkins y es coautor del informe. “Sin embargo, nuestros hallazgos indican efectivamente que una medida exacta de la actividad física es un recurso más confiable para que tanto los médicos como los pacientes evalúen la actividad física e inicien intervenciones para aumentarla como una posible forma de mejorar la salud. 


Los investigadores esperan poder utilizar sus datos para ayudar a planear estudios clínicos que podrían confirmar la posibilidad de que la actividad física extienda el tiempo de vida. Una salvedad del estudio es que los investigadores no pueden hacer distinción entre la conducta sedentaria y el sueño, o si la persona se ha quitado el dispositivo.